jueves, 28 de agosto de 2008

J.V. FOIX.




Me gusta perderme por Barcelona, descubrir sus calles y sus edificios vivos. La última vez, estuve buscando la pastelería del gran poeta J.V. Foix, la buscaba en Sant Gervasi, no sabía que estaba en Sarrià. Sant Gervasi es un barrio que sabe a mujeres del Liceo Francés y a ejecutivos del olvido; Sarrià, tiene un sabor parecido pero menos dulzón. Me tomé unas cervezas mientras leía poemas de Foix. En una parada de taxis, había una señora majestuosa, como salida de un cuento anodino para engrandecerlo; llevaba un peinado de cola de caballo, pelo castaño y silueta armoniosa; sus ojos tenían un deje melancólico y sensual, con esa sensualidad que tienen algunas mujeres para pedir perdón...


Al llegar a mi habitación en "El círculo ecuestre", Balmes me pareció un desierto, pero seguí con Foix y miré a Diagonal.


" En el anaquel de arriba, donde tengo los libros, en casa, hoy he visto tres clérigos vestidos de celebrante del siglo XIV. Mirándose de hito en hito, como si transmitieran secretos, movían, con calma brazos y manos. Ocupaban el lugar donde guardo tres libros de historia, de lomo de pergamino. He pensado que alguien había puesto ahí aquellas aparentes porcelanas, sacadas del almacén de mi padre. Me he puesto de puntillas sobre el taburete : eran tres figuras de verdad, no de procelana, sino de puro alabastro, que representaban con realismo tres clérigos del tiempo de Pedro III, con hábitos litúrgicos del siglo. Inmóviles, finísimos, perfectos. Las he colocado sobre el canterano, y he puesto los tres libros en el anaquel. Más tarde, de regreso a la habitación, los tres prebísteros medievales alabastrinos, en facsímil reducido, se movían sobre el anaquel con más ceremoniosa liturgia; los tres libros yacían sobre la alfombra. Casi he perdido la vista intentando descubrir la causa de la metamorfosis; pero los celebrantes se han vuelto hacia mí, me han mirado reposadamente y me han bendecido. Los tres libros han permanecido en el suelo y no tengo ni valor ni ganas de colocarlos en su sitio ni hoy ni nunca más.


J.V. Foix (1893-1987) (Versión de Enrique Badosa)


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