lunes, 29 de septiembre de 2008

LA SUAVE INTELIGENCIA DE LOS FUERTES.



No hago siestas a la vieja usanza; después de almorzar me gusta tomar un té cargado y escuchar música acompañado de poemas; es una forma de huir del tiempo y el espacio que me toca en suerte.
He mirado obituarios, guardados en una carpeta con nombres perdidos y recuerdos muertos; por el azar que nos lleva, encuentro el de José María Valverde, escrito por Rafael Argullol el día 7 de junio de 1996.

" Me piden que hable de Valverde y me cuesta enormemente hablar , así , bruscamente en pasado, de alguien con el que estoy hablando, con el que seguiré hablando, negándome a aceptar la tiranía de la ausencia. Nadie como él merece esta negación porque Valverde no fue sino que es la palabra misma, el hablar desde la profunda sencillez de los grandes, el conversar más allá de los espacios acotados de la vida diaria. Y así lo escucho con su voz profunda, hermosa, irrepetible, para contar el paso de las ideas, la transformación de las culturas y el amor de los poetas a la sonrisa amablemente escéptica y a la inteligencia suave de los fuertes. Porque Valverde , reacio a cualquier grandilocuencia, es todo fortaleza y energía cuando se trata de la poesía y, en particular , cuando se trata de la pasión de los poetas. Sin teatralidad , sin frases huecas, con gusto por la ironía y la precisión Valverde ha enseñado, y enseñará , la tremenda exquisitez de los buenos : las grandes lecciones de quien no pretende tener ninguna verdad , las grandes propuestas de quien está desposeido de ambición, ¡ Qué hermoso era hablar contigo José María, y qué horror escribir ahora aceleradamente sobre ti como si ya nunca pudiéramos conversar ! Me niego a aceptar esta maldita forma de pasado. Los demás amigos también se negarán. Pero , ¡cuánto , cuánto, te echaremos en falta !

Rafael Argullol.

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