lunes, 29 de septiembre de 2008

SALOMÉ.



Hay hombres con un miedo atávico a las mujeres, un miedo que nunca reconocen y que no es más que un miedo a ellos mismos. Siempre me han gustado las representaciones de Salomé, tanto en arte como en literatura. Leí algunas cosas de J.K. Huysmans hace años, pero no conocía algo que acabo de encontrar y que me ha deja un sabor extraño, una especie de sensación de que este escritor, imaginativo y decadente, también tenía muchos miedos...

" No era ya solamente la bailarina que con una torción corrompida de sus riñones arranca a un anciano un grito de deseo y un aviso de erección, que rompe la energía y disuelve la voluntad de un rey con meneos de senos, sacudidas de vientre y estremecimiento de muslos; en cierto modo se volvía una deidad simbólica de la indestructible Lujuria, la diosa de la inmortal Histeria, la Belleza maldita elegida entre todas por la catalepsia que le envaró las carnes y le endureció los muslos; la Bestia monstruosa, indiferente irresponsable, insensible, que envenena , lo mismo que la Helena antigua, cuanto se aproxima a ella, cuanto la ve , cuanto ella toca "
Joris Karl Huysmans (1848-1907)

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