martes, 18 de mayo de 2010

RAMBAM.


Del sabio judío Maimónides, nos han llegado nueve escritos médicos auténticos en forma de manuscritos árabes, hebreos o en traducciones latinas. Todos fueron compuestos en lengua árabe y traducidos más tarde al hebreo y al latín. Leo una carta dirigida al Rabí Samuel ben Tibbón, de 30 de septiembre de 1199, en la que Maimónides se quejaba de la falta de tiempo para trabajar en temas religiosos y filosófico y le recomendaba no ir a verlo. Su reputación de sabio era evidente y Al-Afdal, hijo primogénito de Saladino, lo había nombrado médico de su corte.

" Te expondrás en vano a los peligros del viaje, pues no encontrarás un momento durante el día o la noche, para hablar conmigo. El sultán reside en El-Cahira ( en el Cairo) y yo habito en Fostat a una distancia de dos tekkhum sabbath (2,5 km). Todas las mañanas hay que hacer la visita al sultán, y si él , uno de sus hijos o una de sus mujeres están enfermos, tengo que pasar allí toda la jornada. Pero aunque no suceda nada de particular, nunca vuelvo antes del atardecer. Cuando vuelvo a mi casa, muerto de hambre, encuentro las antecámaras llenas de personas de todas clases, judíos y otros, ricos y pobres, amigos y enemigos, jueces y funcionarios, una multitud múltiple y variada que espera mi consulta. Apenas tengo tiempo de bajar del caballo, lavarme y tomar alimento. Las consultas se prolongan toda la tarde y algunas veces hasta dos horas de la noche. Me veo enseguida obligado a tenderme en el lecho de lo cansado que estoy y apenas puedo hablar. Solamente el sábado me puedo ocupar de los asuntos de la comunidad y de estudiar la dotrina. En ese día es cuando administro los asuntos comunales para la semana corriente y además doy una conferencia. Así pasan mis días "

Moisés Ben Maimón (1135-1204)


1 comentario:

Ula dijo...

¡Ay, quien pudiera!
Llega cansado al lecho el sabio, pero al menos ha dedicado el día a lo que le gusta. Ojalá todos pudiéramos trabajar y ganar nuestro salario haciendo lo que realmente nos satisface.
Muchas veces, en mi juventud primera, he requerido alguna respuesta de Maimónides, plantándome frente a la estatua y rezándole como lo hacía ante la Virgen de Fátima o del Pilar, en mis tiempos de fe en las súplicas.

¿Dónde encuentra usted, almirante, esas fotos y ciertas canciones, como la de hoy.

Un saludo