martes, 29 de mayo de 2012

" LA RUTA "


      Arturo Barea es un buen escritor, poco leído. Oficial del ejército, luchó en las guerras africanas y supo de penurias e infidelidades. Barea conoce la condición humana en momentos de zozobra.

    " El duque de Hornachuelos se presentó un día en la oficina y dio la orden de registrar una patente de invención por el hecho de poner anuncios en los paquetes de cigarrillos. Le dije que esto no podía registrarse como invento y me contestó :
    - Usted solicita la patente, y el ministerio las concederá.
    El jefe de la oficina de patentes se negó a conceder el registro porque aquello no era invención alguna, pero una amistosa carta del nuevo amo de España le hizo cambiar de opinión. Durante el trámite tuve ocasión de hablar frecuentemente con el duque  (...)
  En una de mis vacaciones en Córdoba había oído una historia acerca del entonces joven y presunto heredero del mísero duque de Hornachuelos. En un baile de carnaval había hecho el ridículo, porque su padre no le daba más que cincuenta céntimos a la semana para sus gastos; y había exclamado furiosamente en público : " ¡ Qué ganas tengo que reviente mi padre para poderme gastar un duro a gusto ! ".
    Cuando llegué a conocerle, había cumplido su deseo; se había gastado la fortuna de la familia y estaba entrampado hasta los ojos, pero como era compañero de juerga de Alfonso XIII, se encontraba en una posición privilegiada... "

             Arturo Barea ( 1897-1957 )

             ( Foto de David Seymour )

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