martes, 23 de octubre de 2012

" HISTORIA DE UNA CAMARERA "


      Mañana atareada. Antes de irme a una reunión, leo a Mirbeau.

     " A mí, cuando todavía estoy estremecida bajo el influjo de la felicidad, me gusta retener en mis brazos, durante largo tiempo, al hombre que lo ha logrado. Tras los espasmos de la voluptuosidad, necesito- intensamente, imperiosamente- esa casta relajación, ese abrazo puro, ese beso con el que ya no se muerde salvajemente la carne, sino que se acaricia idealmente el alma. Tengo que ascender del infierno amoroso, del espasmódico frenesí, al paraíso del éxtasis. Monsieur Xavier, por su parte, 
¡ pasaba del éxtasis ! Al momento, se libraba de mí, de mi abrazo, de ese beso que, físicamente, le resultaba intolerable. Parecía como si, en realidad, no hubiésemos estado el uno en el otro, como si nuestros sexos, nuestras bocas, nuestras almas, por un instante, no se hubiesen confundido en el mismo grito, el mismo olvido, en la misma muerte maravillosa. Y, al quererle retener sobre mi pecho, entre mis piernas nerviosamente anudadas con las suyas, se desprendía, me rechazaba brutalmente, saltaba de la cama... "

      Octave Mirbeau ( 1848-1917 )

      ( Foto de autor desconocido )

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