domingo, 25 de agosto de 2013

SUSPIROS.


           Tarde de siesta y periódicos. Con té rojo, un rato de charla con Casanova.

     " Me hizo entrar en su pequeña habitación , donde vi una preciosa cama, un reclinatorio y un gran crucifijo. Le dije que la cama era demasiado pequeña, me contestó que no y me demostró que podía estar echada cómodamente. ¡ Qué mujer más deliciosa iba a tener !
     - ¡ Ah, por favor !, no os mováis y permitidme desabrochar ese vestido que esconde tesoros que me muero de ganas por devorar.
     - Mi querido amigo: no puedo defenderme, pero luego ya no me amaréis.
       Una vez desabrochado el vestido que sólo me dejaba ver la mitad de su pecho, no pudo resistir a mis instancias. Tuvo que permitidme que mostrase  a mis ojos todas sus bellezas y que mi boca la devorara, y por fin, ardiendo en deseos tanto como yo, me abrió sus brazos haciéndome prometer que respetaría lo esencial. ¿ Qué no promete uno en tales momentos ? Pero, también, ¿ qué mujer, si ama, piensa en obligar al amante a cumplir su promesa cuando el amor se ha apoderado del sitio que ocupaba su razón ? Tras pasar una hora en escarceos amorosos que la inflamaron y de los que nunca había tenido la menor idea, me fingí humillado por tener que dejarla sin haber rendido a sus encantos el principal homenaje que merecían. La vi entonces suspirar... "

       Giacomo Casanova ( 1725-1798 )

       ( Foto de Nacho Kamenov )

1 comentario:

Ula dijo...

No se equivoque,Casanova, no justifique su falta de empuje por no haber penetrado a la nena, a veces uno falla también, jeje. Me gustaría enfrentarlo, tal vez...

Saludos