martes, 8 de octubre de 2013

" EL COLEGIO "


         En mis años escolares con los curas, necesitaba huir a cada instante; la imaginación ayudaba. Arturo Barea es un escritor al que soy fiel, su lupa no pierde detalle de tiempos oscuros.

      " Antes de aprender la letra " A " se aprende a estar en fila, callado. Luego se aprende a leer. Tan estúpidamente como se leen las muestras de las tiendas al pasar por la calle, o los anuncios luminosos mecánicamente, sin saber lo que dicen, enterándose de ello no obstante, y sometiéndose a ir donde el anuncio indica cuando hacen falta las pastillas para la tos o la entrada del cine, igual, se coge un puesto en la fila de la vida y mecánicamente se sigue detrás de los que van por delante y delante de los que van detrás sin rebelarse. Pobres de los que intentan ganar puestos. El orden que todos los demás mamaron en la escuela, en la iglesia, en el cuartel, en la cárcel y en la tienda de comestibles donde compran las salchichas, estalla. Todos se sienten cura, furriel, carcelero y guardia, y a empujones y patadas le vuelven a su sitio en nombre del orden.
    Como soy el primero de la clase, soy el primero en las filas. Le veo al cura decir la misa y le oigo todos sus latines. Pero para no perder el privilegio tengo que entrar antes que ninguno y jugar menos que ninguno. Cuando me entretengo me recibe el cura, con la cara fosca y me regaña :
     - ¿ No te da vergüenza venir ahora ?
    Me apunta en el cuaderno el número 14 o 15 de la fila, y en vez de entrar en clase con el número uno entro con el catorce, y tengo que disputar a los trece de delante el puesto, porque el puesto en la iglesia se cuenta igual que el saber en la clase. Así, aunque yo fuera tan listo como soy, si llegara el último a misa sería siempre el último de la clase "

         Arturo Barea ( 1897-1957 )

         ( Foto de Robert Doisneau )

1 comentario:

Ula dijo...

El autor lo cuenta desde su tiempo. En los años que me tocó la escolaridad, ya no era tan salvaje. Mis monjitas eran mucho más modernas y algunas incluso cómplices, gracias a Dios y él las tenga en su gloria en la que ellas creían.
Es lindo recordar sin rencores.

Saludos