domingo, 8 de mayo de 2016

" LA NOCHE QUE LLEGUÉ AL CAFÉ GIJÓN "


                  Entre los libros de mi padre, cosas de Francisco Umbral y Luis Rosales.

      " Luis Rosales me recibió en su estudio de la calle Altamirano, en Argüelles, que era un piso que tenía alquilado debajo del piso donde vivía. Recuerdo de aquel estudio un disco de música clásica girando, y unos tiestos húmedos en la pila de la cocina vacía y sin lumbre, puesto que no la usaba. A Luis Rosales lo traté algo más, aunque no mucho, y tanto como su poesía de una afirmación desconcertante- " para que no te quedes huérfana de hijo ", le dice a la madre- me intereso su prosa,  "El contenido del corazón ", que puede que sea, con " Platero y Pasión de la Tierra", de Aleixandre, el libro que completa la trilogía de grandes prosas líricas escritas por poetas en nuestro siglo español.
    Rosales tenía y tiene una densidad de persona, una plétora amable de sí mismo, una cosa maciza de cabeza grande, cuerpo grande, voz lenta, manos grandes, gran sabiduría, que se aureola de un vago mulatismo físico, cosa que le ha quedado, quizá, de tanto andar con poetas sudamericanos. Habla siempre de cosas inteligentes, aunque nunca quisiera ser trascendente, y tiene también los ojos claros, como Aleixandre, pero más acerados, más entredormidos, más iluminados por una manigua sensual y entornada. Es tanta cantidad de hombre y de poeta que uno, después de haber estado con él, se siente sencillamente satisfecho "

             Francisco Umbral ( 1932-2007 )

            ( Foto de Brassaï )



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